Vivía en Curicó, tenía dos hijos y comencé con una alergia en la espalda. La atribuí al tirante del sostén, fui a Santiago a verme con una dermatóloga que hacía muy poco había visto a mis dos niños. Llegué y me revisa y me dice que lo que tuve ya pasó y que me saque toda mi ropa para revisarme. Yo tenía un lunar que no había nacido conmigo en la pantorrilla izquierda, así que la doctora se fijó inmediatamente en eso. La verdad es que no era feo, ni grande, solo que por periodos me picaba y tenía una pequeña aureola roja por fuera. Ese mismo día, la doctora me sacó el lunar, sin ni siquiera pedirme un bono, ni nada. Sólo si yo podía lo traía, y al cabo de una semana me llama a mi casa a las 21 de la noche diciendo que mi Biopsia estaba lista y mi diagnóstico era un Melanoma, ósea cáncer a la piel. Me dijo que ella ya no podía atenderme y que debía ver a un Oncólogo. Me asusté mucho y en menos de dos semanas me operé y gracias a Dios no hubo que hacer nada más, ya que no habían gangleos comprometidos ni nada. Pero ahora, a raíz de tanta información y tantas preguntas pendientes que tengo, me asusta el volver a enfermarme: tengo cuatro hijos, tres hombres y una mujer, vivo con mi mama y tengo un marido y una familia por la que debo estar bien.