Marcela Rodriguez
En el año 2008 fui al dermatólogo para extraer un lunar que para mis cercanos se veía “raro”. Luego de operarme, la biopsia dio el resultado lapidario: se trataba de un melanoma. Recuerdo exactamente el cúmulo de sensaciones que pasaron por mi cuerpo al escuchar al doctor. Sentí miedo, pena, incertidumbre; pero al mismo tiempo […]
En el año 2008 fui al dermatólogo para extraer un lunar que para mis cercanos se veía “raro”. Luego de operarme, la biopsia dio el resultado lapidario: se trataba de un melanoma. Recuerdo exactamente el cúmulo de sensaciones que pasaron por mi cuerpo al escuchar al doctor. Sentí miedo, pena, incertidumbre; pero al mismo tiempo sabía que tenía que luchar y hacerle frente. En ese momento dos de mis hermanas estaban luchando contra el cáncer. Una tenía cáncer de mama y la otra cáncer de lengua. Me reoperaron y todo salió bien, el centinela arrojó que no había nada más. Me aferré a eso; pero luego de dos años me detectaron cáncer de lengua. Me sentí devastada, habían pasado sólo unos meses desde que mi hermana había fallecido de este mismo cáncer.