Una mañana, al ponerme la corbata para ir a trabajar, noté un bulto en mi cuello. Pensé que pasaría y que se iría sólo. Pero no, había venido para quedarse. Médicos, exámenes y me operaron el jueves 4 de marzo de 1981. El martes siguiente me llama el cirujano y me dice que era un cáncer de tiroides, con algunas células que ya escapaban buscando terreno fértil para una metástasis. Me operan de nuevo para sacarme toda la zona donde había estado el tumor y luego me operan una tercera vez, que me dejó sin poder hablar.