El panorama era complejo, pues la enfermedad estaba haciendo estragos en mí y yo no me enteraba; atribuía mi malestar físico al estrés y el ritmo de vida agitado. Un día por un dolor abdominal bastante fuerte tuve que consultar a mi médico y me mandó a hacerme exámenes. Fue allí donde mis análisis revelaron cifras elevadas de glóbulos blancos y que mi bazo estaba aumentado de tamaño. Mis expectativas de vida no eran muy alentadoras, pero la fe, la familia, el amor y el hacerme consciente de mi cuerpo, amarlo y nutrirlo fueron claves para mí.
Pasé por varias líneas de quimioterapia oral, pues mi cuerpo no respondía a ellas. Pero bueno aquí estoy después de 3 años de lucha con infecciones respiratorias, neutropenia severa, anemia… Puedo decir que hace dos años mi cuerpo responde con amor y fortaleza al amor y la alimentación que trato siempre de darle porque estamos juntos en esta lucha.
Es un placer compartir un poco de esta historia de vida que nos lleva a conocernos, a valorar y amar más la vida sabiendo que no es un derecho, es un regalo. Y la salud no tiene precio alguno… Ni todo el oro del mundo compensa perder la salud. Por eso no esperen un diagnóstico para empezar a amar, cuidar y nutrir su cuerpo con el amor y los alimentos que lo ayudarán a mantenerte en pie y fuerte dando la batalla. Con cariño Ana María