A Florencia le diagnosticaron leucemia a los 4 años. Hija mayor de un médico cardiólogo y una enfermera, la peor parte de su tratamiento transcurrió en un entorno conocido por sus padres y lleno de estímulos, que se lo hicieron más llevadero. Hoy conserva recuerdos fragmentados de un proceso que concluyó oficialmente 17 años después.