MI HISTORIA

A Florencia le diagnosticaron leucemia a los 4 años. Hija mayor de un médico cardiólogo y una enfermera, la peor parte de su tratamiento transcurrió en un entorno conocido por sus padres y lleno de estímulos, que se lo hicieron más llevadero. Hoy conserva recuerdos fragmentados de un proceso que concluyó oficialmente 17 años después.


TIPS

1. Un ambiente apropiado:

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“Como yo pasaba mucho tiempo internada, mi pieza de la clínica era como la pieza de mi casa. Mis papás la empapelaron con dibujos. Eso me hacía sentir mejor, porque disimulaba el ambiente aséptico de un hospital. A un niño le cuesta dimensionar todo lo que significa un tratamiento para detener el cáncer. Pero si no lo vive como una enfermedad y lo asume como algo que está pasando, puede llegar a disfrutar de la vida como cualquier otro niño”.

2. Aprovechar el tiempo:

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“Entré al colegio sabiendo leer. Pasé tanto tiempo hospitalizada cuando chica que aprovecharon de enseñarme y hasta hoy leo mucho. Mi mamá y las enfermeras se metían en mi pieza y nos poníamos a dibujar, a pintar con acuarela. Era casi como un juego estar hospitalizada y hoy por eso no tengo recuerdos malos. Inconscientemente me dejó una huella, pero lo pasé bien gracias al esfuerzo de mi papás”.