MI HISTORIA

Le diagnosticaron un cáncer de ovario en etapa terminal, pues se había ramificado en los intestinos, abdomen, útero y toda la zona abdominal. Con mucha fuerza y ganas de vivir, junto con la ayuda del padre Pío –un religioso capuchino y santo italiano canonizado en 2002–, logró vencer este pronóstico y derribar las barreras de la enfermedad. Hoy continúa luchando y viviendo la vida como siempre quiso, sin la presencia de esta enfermedad.


TIPS

1. Pócima natural:

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“Antes de cada comida tomo dos cucharadas de aloe vera, whisky y miel. No es una poción mágica, pero el whisky dilata los poros y hace que el aloe vera penetre en los tejidos, lo que ayuda a desinflamar, tolerar mejor las quimios y tener una buena digestión. Para prepararla, parto en trozos una hoja grande de aloe (sin espinas), la pongo en la juguera y la muelo. Para que no quede tan espeso, paso la mitad de la pasta por un colador y luego mezclo ese líquido con la otra mitad. Agrego un vaso de tequila lleno de whisky y media taza de miel y dejo reposar en el refrigerador, dentro de un recipiente de vidrio, por un día”.

2. Sanar heridas:

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“También tomo bicarbonato de sodio ya que ayuda a eliminar el cáncer según el doctor italiano Tullio Simoncini. Diluyo una cucharada de té en un vaso de agua y le agrego un chorro de jugo de limón. Es lo único que me curó las heridas que se hacen en la boca por la quimio”.

3. Veneno que salva:

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“El veneno de alacrán me ha ayudado mucho a sobrellevar las quimios. Por lo que yo sé, es antiinflamatorio y anticancerígeno, y logra que las células no se reproduzcan. Es del laboratorio cubano Labiofam, lo encargo a personas que viajan para allá”.

4. Alimentación:

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“Me guío por las comidas alcalinas y ácidas, igual que Roberto Ibáñez. Como muchas frutas y verduras y eliminé sal refinada y azúcar, harina y arroz blanco de mi dieta. A veces, cuando estoy con quimio, tomo dos sorbos de café para relajarme. Como la quimio es tan potente me siento de alguna manera protegida, pero en general trato de no comer cosas que me hacen mal”.

5. El médico no es Dios:

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“He aprendido que los médicos no son dioses, que ellos solo estudiaron alguna rama de la medicina. Uno se debe preocupar de su enfermedad, hacerse cargo y estar muy atenta, no confiar a ciegas en los médicos. Hasta el mejor especialista se puede equivocar”.