Le diagnosticaron un cáncer de ovario en etapa terminal, pues se había ramificado en los intestinos, abdomen, útero y toda la zona abdominal. Con mucha fuerza y ganas de vivir, junto con la ayuda del padre Pío –un religioso capuchino y santo italiano canonizado en 2002–, logró vencer este pronóstico y derribar las barreras de la enfermedad. Hoy continúa luchando y viviendo la vida como siempre quiso, sin la presencia de esta enfermedad.