A los 30 años, en agosto del año 2015, fui diagnosticado de cáncer de colon en estado II.
Allí va mí resumida historia: Todo comenzó por unos sangrados que sufrí en mi trabajo. Mi preocupación fue máxima, así que visite un doctor en Copiapó de medicina interna que me dio una orden para realizarme una endoscopia y colonoscopia, como sabemos que la salud en esa ciudad es mala (Copiapó), tomé la decisión con mi señora y me fui de inmediato a Santiago a la clínica Alemana a hacerme exámenes. Recuerdo que despertando de la anestesia, la gastroenteróloga me dice: joven su estómago está súper bien, una sonrisa nació de mi boca porque la preocupación era si tenía una ulcera y por eso había sangrado, luego me dice pero con la colonoscopia nos fue mal, me topé con un tumor y estoy segura que es cáncer. Medio confundido y adormecido, retumbaron esas palabras en mi mente, CÁNCER.
Bueno, la cosa es que me hice un escáner al otro día de urgencia, donde me confirmaron la presencia de un tumor en colon ascendente de 8×5 cm., ubiqué a un cirujano en la misma clínica con trayectoria para operarme, fue el que me diagnosticó el cáncer de colon, subiéndome al sistema para Ges o Auge en caso de necesitarlo. Me opere a la semana de haber sido diagnosticado, no me hicieron quimioterapia ni ningún otro tratamiento, solo derivaciones a nutricionista, psicólogo, etc.
Resultado de un examen de genética realizado en EEUU para saber porque a mi corta edad se me presentó la enfermedad, me dijeron que se debía al Síndrome de Lynch que es cáncer colorrectal hereditario no asociado a poliposis, en inglés HNPCC, es una condición hereditaria que incrementa la probabilidad de presentar cáncer de colon y cáncer de recto y en menor medida cáncer de endometrio, ovario, estómago, intestino delgado, tracto hepatobiliar, páncreas, etc. En resumen, existe la probabilidad que mi cuerpo pueda generar tumores en cualquier parte y a cualquier edad.
Ahora trato de llevar una vida normal en mi trabajo y mi casa, cuidándome la salud a diario, controlándome y haciéndome los exámenes que me pidan para detectar si es que existiera una reincidencia. Y como todos decimos una vez enfermos: vivir el día a día junto a la familia, realizando las cosas que más me gustan. Mantener mente y cuerpo sano primordial en la vida.
Para terminar, quisiera decir que aunque tengas el peor de los días, o recibas la peor noticia debes mantenerte firme y en pie, con la frente siempre en alto. Orgulloso de existir y agradecer a Dios por la vida que te dio.