MI HISTORIA

La vida de Pedro Pablo de Vinatea cambió dramáticamente al inicio de su adolescencia, cuando recibió el diagnóstico de osteosarcoma. Tenía 14 años y era un amante del deporte. Gracias a las averiguaciones de sus padres, Pedro Pablo se trasladó Florencia, Italia, donde fue sometido a una cirugía que le amputó la pierna derecha. Después de varios ciclos de quimioterapia y meses de rehabilitación, Pedro Pablo retomó su pasión deportiva y hoy es un valiente exponente del parabádminton.


TIPS

1. Optimismo y convicción:

Categoría: Otros

Le pregunté a mi doctor si mi enfermedad tenía cura y me dijo que sí. Con eso asumí y di por supuesto que superaría el cáncer. Quizás fui ingenuo o irracional, pero tuve la certeza de que me sanaría y eso me ayudó mucho. Todo el tiempo fui optimista, estaba convencido de que todo saldría bien y, a pesar del dolor, nunca me eché para atrás, nunca dije no quiero más quimioterapia ni ¿por qué yo? Para mí esa actitud positiva desde el primer día fue clave en mi recuperación.

2. Por un paciente feliz:

Categoría: Otros

Durante los meses que viví en una pensión en Italia fui muy feliz a pesar de los ciclos de quimioterapias, que fueron bastante duros. La razón es que tenía a mi mamá cerca para abrazarla, las enfermeras me tenían cariño y me hacían reír, mi familia me escribía desde Perú y cuando alguien viajaba a verme me traía como 50 tarjetas y saludos. Gracias al cariño que me llegó de todos lados mi rutina diaria tenía más minutos felices que tristes. Entonces hay que asegurarse de que el paciente se sienta lo más contento posible para reducir sus preocupaciones.

3. El poder de la fe:

Categoría: Otros

Soy católico y en el momento en que pasó todo mi fe se disparó. Así como estaba convencido de que me iba a sanar, estaba convencido de que Dios me escuchaba cada vez que yo le hablaba. Por cosas del destino, mi cuarto en la pensión estaba justo frente a la capilla. Aunque pensara en otra cosa, tenía ese recordatorio constante y fue una muy buena coincidencia.

4. Buscar segundas opiniones:

Categoría: Otros

El primer doctor que me atendió en Perú me dijo que el tratamiento para el osteosarcoma era el mismo en cualquier parte del mundo, que no valía la pena que me fuera a otro lugar. No podía estar más lejos de la verdad. Hablaba con el corazón, era encantador y muy amable, pero nos desvió de una manera inescrupulosa. Si bien la responsabilidad de tomar la decisión recayó en mis padres, cuando se trata de un adulto hay que meterse realmente en el problema, informarse a fondo y no dejar que el doctor se haga cargo de todo.

5. Proyectarse al futuro:

Categoría: Otros

Tuve dos cosas muy en cuenta. La primera era la imagen de mis abuelos maternos, con casi 50 años de casados, 5 hijos y 14 nietos. Las navidades y cumpleaños eran un festín para la familia y yo pensaba si acá la cosa no va, yo nunca voy a poder llegar a eso y creo que es una de las etapas más bonitas a las que se puede llegar. También visionaba que quería hacer cosas transcendentes, que transformaran a mi país, que cambiaran la vida de muchas personas y, en caso de que ‘se me apagara la vela’, nada de eso se cumpliría. Las motivaciones que me busqué eran una verdadera cuerda que me jalaba adelante y hacía que siguiera avanzando.

6. Asumir la nueva realidad:

Categoría: Otros

Perder mi pierna fue una situación muy difícil de asumir. Los primeros años ni siquiera usaba short y me sentía muy incómodo si se notaba la prótesis al caminar. Con lo que me gusta el mar, dejé de ir a la playa por dos o tres veranos. El camino para superarlo fue algo que me dijo mi papá: "Mira Pedro Pablo, te cueste o no te cueste, te atrevas o no te atrevas, en algún momento lo vas a superar. Si decides mandar todo al diablo, atreverte y no sentir vergüenza lo vas a superar más rápido. Si no, lo vas a superar más lento. Pero en algún momento lo vas a superar". Ese fue el primer impulso para superar el trauma.

7. El poder está en ti:

Categoría: Otros

Después de terapias psicológicas en Perú e Italia, estoy convencido de que el cambio llegó cuando tomé la decisión de atreverme y mandar al diablo el qué dirán, las miradas y esas cosas. Ahí me di cuenta de que las miradas no eran de lástima sino de aceptación. Con ese cambio de switch, entiendo que la gente no tiene por qué verme con lástima a menos que yo ande nervioso y asustado. Se dio vuelta completamente la situación.