En mayo de 2015 tuve que asistir a Emergencia debido a un malestar estomacal que se había repetido en muchas oportunidades. El diagnóstico que siempre me daban era el de gastroenteritis, por lo que volvía a casa con el tratamiento indicado para ello, con la diferencia de que en esta oportunidad presentaba anemia, y por lo mismo tuve que realizarme una colonoscopia. Este examen dio como resultado que tenía un tumor en el ileón (colón). A partir de ello comenzó todo un proceso de exámenes, siendo PEC-CT el que dio el análisis más completo. Resulta que tenia tumores en el colon, hígado y posiblemente pulmón… siendo mi diagnóstico el de “Tumor Neuroendocrino”.
Los especialistas me informaron que era un tumor poco común, que se caracteriza por ser de lento crecimiento y por lo mismo es silencioso. Tuve suerte, ya que los pacientes con este diagnóstico suelen llegar a las consultas en etapas mayormente avanzadas, con dolores fuertes y poco que hacer en cuanto a tratamiento.
El tratamiento más certero para este tipo de tumor (y el primero que se recomienda), es la cirugía, la cual se realizó en julio del mismo año. En esta primera operación sacaron colon derecho y parte del hígado (el tumor de colon resultó ser benigno, pero el de hígado fue maligno). En la segunda cirugía, la cual correspondía a pulmón, la biopsia descartó que hubiera tumor.
Las indicaciones luego de esto eran que debía controlarme de por vida, ya que este tipo de tumor vuelve a aparecer cada cierto tiempo, como puede que nunca más aparezca. De todos modos, aunque pasaron 5 años sin tener malas noticias nuevamente, no podría recibir un “alta”.
Resulta que en octubre del año pasado (2018), luego de tres años, el control anual indicó que el tumor volvió a aparecer en el hígado. Comencé nuevamente con el cansador proceso, y hace dos semanas tuve que someterme a cirugía para extraer el tumor que vuelve a ser maligno. Esta vez, se indicaba que mi diagnóstico es “Síndrome Carcinoide” y tengo claro que debo continuar luchando contra ello.