Después de la amarga noticia, nunca me sentí enferma…sabía que tenía que mejorarme…siempre lo vi como un descanso, una pausa en mi vida, tiempo para reorganizarte y sobretodo para disfrutar mi casa y mi familia. Aprendí a decir que no, a estar con la gente que yo quiero, a no preocuparme de lo que no importa. Limpié mi vida, mi mente y mi alma. La gente que me conoce, dice que fue un premio y a la experiencia la veo aún positiva. Pasé por todos los tratamientos, me sacaron de mi trabajo un año, el apoyo y contención de mi enorme familia es indescriptible y los doctores fueron y serán mi gran salvavidas.