Cuando tenía dos años y la familia vivía en Estados Unidos, al hijo mayor del arquitecto Pablo Allard le diagnosticaron sarcoma de células claras, un tumor infrecuente y agresivo que se formó en uno de sus riñones y médula. En 2004 tuvo metástasis en el cerebro y en 2006 en la tiroides, que fueron tratadas con quimio, radiación, trasplantes de médula y cirugías. Hoy, tras una infancia marcada por tratamientos oncológicos, Pablo Allard Méndez tiene 16 años y dos hermanos menores, juega fútbol, organiza actividades en su colegio y lleva la vida de un adolescente normal de su edad.