A los 27 años y recién casada, a Mariela le diagnosticaron un cáncer muy avanzado en el sistema linfático. Trabajaba en una clínica y gracias a ello, junto al apoyo de su marido y su familia, tuvo la suerte de poder ir a tratarse a Houston, Estados Unidos, donde descubrieron que su situación, aunque grave, era menos crítica de lo que en Chile habían estimado. Después de un tratamiento que en ese tiempo solo se hacía en forma experimental, Mariela deja atrás los temores de la enfermedad. Su primer hijo, Cristóbal, nació en 1997. Luego vinieron Sofía y Bernardita.