Luis fumaba hasta 20 cigarros diarios y tenía bronquitis crónica. Le daban puntadas en el pecho y, como era trabajólico, en vez de descansar se inyectaba penicilina para seguir rindiendo. Un día le vino una puntada más fuerte, fue al hospital e intuyó que tenía cáncer. “Cuando me dio el diagnóstico, la doctora me dijo que si no resistía las tres primeras quimios, no me harían más, porque el hospital no podía financiar a alguien que no tiene futuro. Yo me rebelé”. Le dijeron que viviría 10 meses, pero ya han pasado cuatro años. Hoy lucha contra un tumor en el páncreas.